Hoy es uno de esos
días donde no sabes muy bien que vas a escribir, sobre quien vas a hacerlo,
pero solo te das cuenta que necesitas hacerlo. Estos últimos meses me he
concentrado en mí, y solo en mí. Sonará egoísta, más, no quiero llenarme de
problemas que no sean los míos y por primera vez no quiero jugar a la
psicóloga. Me preocupo por mí, por llegar a ser quien quiero ser, alejarme de
los vicios, meditar y encontrar mi punto de equilibrio.
Poco a poco voy
poniendo las piezas en su lugar, voy estando mejor y cada día vuelvo a ser más
y menos yo, crecimiento sin fin, evolución, superación, PACIENCIA, fortaleza,
para llegar a lo que quiero. Hago estupideces para curarme las heridas, pega
aquí, sutura allá, y voy quedando como nueva, me ayudan, me curan. Cambios
grandes y chiquitos, perceptibles e imperceptibles, encontré el lugar, ese que
quiero llamar mío y no voy a descansar hasta estar allí. Lo mejor de ese “lugar”
es que no depende de nadie más sino de mí, mi felicidad o tristeza es mía, porque yo lo decido. Porque estoy consciente y
me permito exponerme a cualquier sentimiento que me pueda causar dolor, pero lo
hago bajo mi responsabilidad, sin culpar a nadie, sin depender de otros, solo
de mí.
Estoy dispuesta a
entregar amor y buenas energías, a trabajar por ser mejor, y por hacer de
cualquier lugar en el que me encuentre uno mejor. Soy responsable de MÍ, de mis
sentimientos y de entregar solo cosas buenas; de alcanzar lo que quiero, de
vivir en el momento sin desespero, de defender lo que pienso, de no perder la
pasión ni la tranquilidad, de amar lo que hago, de ser fuerte sin ser inflexible,
de no ser débil ni descorazonada, de no perder la compasión, de no dejar que
nadie perturbe mi paz interna, de dejar a un lado mi ego sin perder la dignidad,
el orgullo o el respeto, ser firme y permitirme ser maleable para convertirme
en aquella persona que quiero ser.
Acepto la
responsabilidad por todo aquello que me haga crecer, ser mejor, evolucionar y
superarme. De igual forma acepto mi pasado, perdono todo y lo dejo descansar,
sin olvidar que gracias a él estoy aquí. Prometo vivir con pasión y entrega cada
día, y dar gracias en su transcurso por todos aquellos que me rodean, prometo
no vivir con velos que me impidan ver la verdad y no perder mis matices… Acepto
quien soy, quien fui y quien seré.