domingo, 13 de mayo de 2012

Palabras No Merecidas


"You only live once, but if you do it right, once is enough"
— Mae West

No empiezo esto ni con un hola, ni mucho menos con un adiós, supongo que es porque así empiezan y terminan tantas cosas, dos palabras; de significados tan distintos. Comienzos y finales que en el último párrafo terminan irremediablemente entrelazados.

Hace muchos años que fue Noviembre y otro poco más de lo que fuimos, no te escribí mas cartas por resolver que no valías la pena y porque deje de sentir todo, y quedo nada. Sin embargo, en mis momentos más amargos me encuentro retornando a nuestras memorias, deseos; a anhelar aquello que fuimos y a buscar ese sentimiento de sentirme a salvo.

Pensar en ti ya no deja sabor amargo, fue hace tanto,  y me olvide de tanto. Pero pensar en nosotros, es pensar en algo real. Éramos más jóvenes de lo que me atrevo a admitir, y me creía tan grande; pero todo lo que aprendí contigo… No fue fácil, no lo fue.

Cuando dejamos de ser nosotros, quedé tan llena de rencor y estaba tan cansada de haber luchado y perdido, que ni podía escribirte, tenía poco que decirte; no sabía que decirte. Con las heridas cerradas, y una cicatriz difuminada me decidí a tratar de entender que es lo que siento hoy.

Repetí patrones por buscarte, a una versión más madura del joven que eras, trate de repetir la historia desde otro ángulo a ver si esta vez te decidías a quedarte, el problema es que esas cosas pasan una sola vez… Hoy ya no creo que seas el amor de mi vida y estoy segura que te olvide, pero olvidarnos, jamás.

Olvidarme de tus ojos marrones con esa veta color miel, de tus pestañas negras, de tu piel bronceada y de tu caminar raro; olvidarme de la niña que se volvía grande a penas la mirabas, de su cabello largo y castaño, de ojos marrones oscuros y labios carnosos… ¡Qué va! Olvidarme de eso sería olvidarnos; olvidar lo que significamos por esa época, que por un tiempo la mire con odio y arrepentimiento, pero ahora, ahora no es nada, y lo que fue, ese año y muchos meses en los que nos miramos con adoración, y donde nos perdonamos nuestros errores, esos días no puedo mirarlos de mala gana.

Esos días los miro con dulzura, con dulzura porque lo di todo, no calcule nada, porque era inocente, los miro como experiencia, porque aprendí que dolía, que estaba viva, y que así estés tres metros sobre el cielo, puedes caer 20 metros bajo tierra. Los miro con añoranza, porque sé que no van a volver, porque no seré tan benevolente y torpe como contigo, porque no hay nada que necesite y extrañe mas sino eso que se tiene cuando se ama.

Pero sobre todo los miro como madurez porque aprendí a desconfiar, a entender que no siempre ser la mejor te da el premio, que ser “perfecta” no vale, que no vale vivir con miedo de perder porque cuando menos lo esperas pierdes, que no te vale establecer puntos “peligrosos” porque quien menos piensas será quien te da la estocada, aprendí a pretender, a ser fuerte, incluso a calcular mis actos y medir posibles respuestas, aprendí cosas sobre las relaciones que de no ser por ti no lo hubiese hecho. Aprendí a ser adulta, a curarme, a levantar la cabeza y sonreír, porque la vida, la vida sencillamente sigue.

0 comentarios:

Publicar un comentario